La CAF mediante un nuevo informe, aseguró que América Latina en los próximos años podrá evolucionar hacia sectores de infraestructura digitalizados, lo que permitirá ofrecer mejores servicios a sus ciudadanos y reducir las brechas de desarrollo actuales, que siguen frustrando las aspiraciones de la región de alcanzar mayores niveles de ingreso.

Actualmente los cambios tecnológicos siguen evolucionando y se prevé que estos tienen el potencial de revolucionar los sectores de infraestructura. Teniendo en cuenta ello, se estima la urgencia de que los gobiernos y sector privado de América Latina implementen intervenciones para una rápida adaptación y un aprovechamiento de los beneficios que ofrecen las nuevas tecnologías y reducir brechas de servicios existentes.

El punto principal del informe publicado por CAF – banco de desarrollo de América Latina-, “El impacto de la digitalización para reducir las brechas y mejorar los servicios de infraestructura”, enumera los principales desafíos para lograr infraestructuras digitales equiparables a las de las economías más avanzadas.

Dentro de los retos a los que se enfrentan los países de Latinoamérica, es la adaptación de las regulaciones a los nuevos formatos y usos tecnológicos, como la gestión de los datos o la convergencia entre sectores. Por lo que, las nuevas tecnologías establecen nuevos roles o actividades para agentes ya existentes en el mercado o plantean una redistribución de las actividades. Por ejemplo, en el caso de la energía eléctrica, los beneficios de la red eléctrica inteligente serían mejor aprovechados con una separación de la distribución y la comercialización. el Otro sector priorizado en el informe es el transporte urbano, en la que, la digitalización puede generar cambios en la forma de movilizar a las personas, de cobrar y pagar por los viajes, así como la integración tarifaria entre sistemas y medios de transporte.

Otro dato importante detallado en el informe referente a la brecha de servicios en el sector de la energía eléctrica, los problemas se concentran principalmente en la dimensión de calidad, con índices de interrupciones (en frecuencia y duración) que triplican los valores de Europa y duplican los de Estados Unidos, aunque existe heterogeneidad entre países.

Más allá de los costos de producción, en muchos casos las tarifas representan un porcentaje del ingreso mucho mayor que en Estados Unidos o Europa. Por último, el acceso es prácticamente universal, aunque existen algunos rezagos en las zonas rurales.

El informe confirma que los cambios tecnológicos que se avecinan cuentan con diversas oportunidades, ya que tienen el potencial de revolucionar los sectores de infraestructura. Los esquemas regulatorios aún requieren de actualizaciones para incorporar las nuevas tecnologías. Una tarea clave del Estado es supervisar que los entes reguladores presten la debida atención a la seguridad de la información individual y a los problemas de ciberseguridad y de resiliencia de los sistemas eléctrico y de transporte frente a ataques u otras eventualidades.

Los riesgos de transmisión del COVID-19, especialmente en medios cerrados, como vehículos de transporte colectivo o el metro, trajeron a escena una nueva dimensión de la seguridad: la bioseguridad. La digitalización brinda nuevas oportunidades para resolver estos problemas.

La infraestructura no solo tiene el potencial de contribuir al crecimiento de la economía y la competitividad de las empresas, la integración del espacio nacional y regional y la diversificación del tejido productivo, sino que también ayuda a la inclusión social y la protección del medio ambiente, mejorando así la calidad de vida de las generaciones presentes y futuras.

Fuente: CAF  

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