Gracias a la tecnología y el poder contar con acceso a internet, usted puede leer este artículo, hacer que sus hijos estudien de manera virtual, conseguir trabajo, realizar pagos, etc. Sin embargo, no todos cuentan con esta oportunidad.

Un reciente informe del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y Microsoft revela que en América Latina y el Caribe, un total del 32%, es decir, 244 millones de personas no cuentan con acceso a internet, y ello se debe a la brecha tecnológica que existe en la región, lo que hace que en comparación con otras regiones exista una gran desigualdad.

Dicho estudio concentró su trabajo en 24 países, también revela que un 71% de la población urbana cuenta con opciones de conectividad, ante menos de un 37% en la ruralidad.

Por su parte, un reporte de la Cepal realizado en 12 países de la región, revela que en promedio un 81% de los hogares del quintil de ingresos más alto tiene conexión a internet; mientras que las cifras de los hogares del primer y segundo quintil es del 38% y el 53% respectivamente.

Asimismo, el informe de la Cepal añade que “En países como Brasil y Chile, más del 60% de los hogares del primer quintil tiene conexión a internet, mientras que en Bolivia, Paraguay y Perú, solo el 3% la tiene. Ese bajo porcentaje limita o impide el acceso al teletrabajo, la educación en línea y los servicios de salud electrónica, así como a otros bienes y servicios ofrecidos por las plataformas e instituciones públicas, lo que amplía las brechas preexistentes” afirma.

Las desigualdades socioeconómicas pueden aumentar cuando la conectividad es entendida como el servicio de banda ancha con una velocidad adecuada y la tenencia de dispositivos de acceso.

Cabe mencionar que los grupos con menor conectividad son los de los niños de 5 a 12 años y los adultos mayores de 65 años, mientras que los más conectados son los grupos de 21 a 25 años y de 26 a 65 años.

 

Nuevas soluciones en Perú:

La alianza de CAF –banco de desarrollo de América Latina, Facebook, Telefónica y el BID, han creado iniciativas como Internet para Todos en el Perú, se trata de un operador infraestructura móvil rural, que ya ha logrado conectar a más de 2 millones de personas en localidades rurales del país; y satélites de comunicaciones geoestacionarios como el ARSAT en Argentina, financiado parcialmente por CAF, que ofrece servicios de telecomunicaciones, transmisión de datos, acceso a internet, telefonía IP y televisión digital con 10.000 escuelas rurales y 2.000 centros de salud conectados y una cobertura en Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay y parte de Bolivia; son algunos ejemplos a seguir.

Mauricio Agudelo, coordinador de la agenda digital de CAF, nos explica que “La conectividad digital asegura una mejor equidad en el acceso a las oportunidades del mundo digital; para ello se deben pensar nuevos modelos para financiar el despliegue y sostenibilidad de las infraestructuras digitales de calidad al 100% de la población, unas infraestructuras de calidad y que aseguren ofertas de precios asequibles».

En nuestro país, la digitalización de las cadenas agroexportadoras como la hoja de ruta fijada en Ica, o la que actualmente se está definiendo en Ecuador, plantean líneas de acción para acelerar la digitalización de la cadena de valor, logrando beneficiar a todas las empresas de la región gracias a mejoras de conectividad, programas de capacitación y financiación a la innovación, haciendo más competitivas a las zonas rurales y con un impacto directo en la reducción de la desigualdad.

Antes de la llegada de la pandemia, en América Latina ya se encontraban como pendientes el lograr acelerar la inversión en infraestructuras digitales para alcanzar una cobertura universal y aumentar el acceso a banda ancha de alta velocidad, por lo que la visibilidad que ha alcanzado en el último año debería ser suficiente para estar en las prioridades del sector público y privado con el fin de reducir la desigualdad, que al igual que la tecnología está avanzando a nuevas versiones en detrimento de los latinoamericanos.

Fuente: Caf

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